Quiero antes que nada resaltar una palabra en el título de este artículo, la palabra ‘contratar’. En efecto una valoración de empresa no es realizada por la empresa, es contratada por la empresa a una persona -natural o jurídica- especializada en temas de valoración de empresa, dado que esta práctica es en sí misma una especialidad dentro del área del conocimiento en gestión empresarial llamada Finanzas Corporativas, de la misma forma como se contrata a un auditor o una firma de auditoría externa para la emisión de estados financieros auditados.
El o los profesionales dedicados a la valoración de empresas deben conocer de entrada dos aspectos importantes del negocio a valorar. El primer aspecto es referente al entendimiento del negocio del cliente, es decir a qué se dedica normalmente, también conocido como el ‘giro ordinario del negocio’. El segundo aspecto a conocer es la razón en sí misma de la valoración, es decir averiguar el por qué (o para qué) de la valoración.
Conocer la razón de la contratación del servicio permitirá al valorador brindar un mejor servicio a su cliente, por cuanto existen criterios cualitativos de valoración que por ende son más subjetivos. Por ejemplo, no es lo mismo valorar una empresa para un seguimiento de control de negocio que para venderla, puesto que el valor de venta bien podría estar muy por encima del rango mayor de valoración para efectos de gestión.
Por ello, a continuación expongo las razones más comunes para efectuar una valoración de empresa, sin un orden específico o de importancia.
1.- Venta de la empresa
Pareciera el caso más típico, aunque en mi experiencia puedo decir que no es la razón más común. Lo cierto es que, en el universo de empresas existentes, mayormente las pymes y algunas medianas contratan este servicio únicamente cuando se piensa en vender. El resto de medianas y una buena parte de las grandes contratan el servicio para un seguimiento de gestión y/o control interno. Se debe tener presente que este servicio tiene un precio considerable en la mayoría de ocasiones, por eso no todas las empresas se dan el ‘lujo’ de contratar una valoración cada cierto tiempo.
2.- Fusiones y Adquisiciones
El caso contrario de la venta es la compra. La globalización ha contribuido mucho al desarrollo de fusiones y adquisiciones de empresas. Lo cierto es que, en una fusión, las empresas fusionadas desaparecen y aparece una nueva empresa más grande, cuyo valor de mercado debería ser mayor a la suma del valor individual de cada compañía, previa a la fusión. En una absorción, una empresa absorbe a la otra, desapareciendo la absorbida. El valor de la absorbente luego de la absorción debería ser mayor a la suma individual de cada compañía, previa a la absorción.
3.- Seguimiento de gestión y/o control interno
Como mencioné, las empresas que cuentan con mayores presupuestos (normalmente las medianas a grandes) tienen los recursos para contratar una valoración por lo menos una vez al año. Normalmente estas empresas también tienen buenos sistemas de control interno, contabilidad, gobierno corporativo e incluso han adoptado alguna norma de gestión de calidad (en la mayoría de los casos, alguna ISO). Así que la valoración de empresa pasa a ser un eslabón más dentro de la cultura de calidad y control en estas empresas.
4.- Aplicación de normas contables
Un aspecto relacionado con el anterior es que las empresas con mayores controles tienen una mejor Contabilidad y la valoración les sirve para la aplicación de ciertas normas contables. Por ejemplo, la NIC 36 (Deterioro del Valor de los Activos) indica que cada año se debería evaluar la existencia de indicios de deterioro para todos los activos de la empresa, incluyendo activos intangibles, unidades generadoras de efectivo y plusvalía mercantil o Goodwill derivadas de combinaciones de negocios. Evaluar este deterioro demandará, en su momento, la contratación de la valoración y, si el valor en libros está por encima del rango de valoración, entonces seguramente existirá un deterioro de valor.
5.- Gobierno Corporativo
Siempre he dicho que el tener un programa de Buen Gobierno Corporativo (BGC) es el primer paso que debe dar todo emprendedor que quiere ser empresario, o también toda pyme que aspira a ser una corporación algún día. En empresas con BGC este hecho se puede apreciar en los conocidos ‘Informes de la Gerencia’ o ‘Informes de Comisario’ donde el gerente general o el Comisario deciden adjuntar un informe de valoración a sus informes presentados al directorio o a la junta de socios o accionistas. Para un accionista, no hay nada mejor que el ver cómo va aumentando el valor de su participación en la empresa.
6.- Toma de decisiones estratégicas / Alineación de objetivos
Es muy conocido de las medianas y grandes empresas, los problemas que pueden surgir debido a los conflictos de intereses entre los accionistas y los administradores (entiéndase empleados de medio a alto rango), algo que en Economía se conoce como ‘Teoría de Agencia’. Para ello, una valoración permitirá establecer como objetivo general el incremento del valor de la empresa, lo cual también se puede establecer por cada periodo mediante métodos de valoración como el EVA. Finalmente, se puede establecer bonos de recompensa o de remuneración variable para los administradores en función al EVA generado por año.
7.- Entrada / Salida de socios o accionistas
Salidas de socios o accionistas pueden darse por motivos varios, sean éstos buenos o malos para la empresa. Algo similar ocurre con la entrada de nuevos socios, los que comúnmente son anteriores administradores (empleados) que tienen ahora los medios para invertir. Sea como fuere, antes la entrada o salida era algo que se resolvía de forma empírica. Ahora, hasta las pymes han tomado conciencia del valor de las acciones y participaciones, con lo cual la entrada o salida del capital se hace a valores de mercado y no ‘al ojímetro’.
8.- Reparto de herencias
Esto ocurre normalmente en empresas familiares. Más de uno dirá que en este caso bastará con repartir el capital social en partes iguales para todos los herederos, y listo. Bueno, esa es una verdad a medias. En realidad hay que considerar otros factores como: qué ocurre si alguno de los hijos es administrador mientras que el resto es solo accionista; o cómo se reparte si existen varias empresas que forman parte de un grupo. Los escenarios son múltiples y distintos, y por ello un informe de valoración puede ayudar a un reparto más justo.
9.- Litigios, arbitrajes, etc.
Muy similar al caso anterior, pero con el punto negativo de existir un problema legal de por medio. Lo más común en este caso es el reparto del patrimonio de la empresa debido a un divorcio, con lo cual se debe calcular la porción correspondiente a cada cónyuge. Esto básicamente constituye un peritaje más, como otros que existen en el campo judicial.
10.- Simple curiosidad
Dicen que el principal motivo es aquel que no se dice, así que cuando un cliente diga que la valoración se contrata por simple curiosidad, es porque seguramente su motivo principal es alguno de los nueve anteriores, pero no lo quiere decir. En todo caso, aquí no se aplica ese dicho que dice que “la curiosidad mató al gato”.