Esta es una de las preguntas más comunes entre los propietarios y gerentes de empresas, y cuya respuesta no es tan fácil de obtenerse, por cuanto depende de ciertos factores especiales, razón por la cual voy a poner dos escenarios y en función de cada uno daré una respuesta distinta.
El primer escenario es el siguiente: el propietario de la empresa en análisis es un inversor profesional que tiene sus fondos muy bien repartidos en varias inversiones. Esto equivale a decir que el propietario de esta empresa también es propietario de otras empresas dentro del país (limitante del escenario) pertenecientes a varios sectores o industrias las cuales tienen ciclos económicos iguales o distintos entre sí. ¿Cuánto debería ganar este inversor?
Uno de los principios fundamentales de las Finanzas es la teoría del Trade-Off o en otras palabras, el intercambio entre riesgo y rentabilidad. Este principio dice que, a mayor rentabilidad deseada, mayor es el riesgo que se debe asumir. Esto es aplicable a los dos escenarios que voy a analizar. Lo cierto es que toda persona tiene cierto grado de aversión al riesgo, lo cual influye financieramente en que, ante dos alternativas de inversión de igual rentabilidad, se escogerá la alternativa de menor riesgo.
Así que para que este inversor pueda determinar cuánto debería ganar, primero debería estimar los riesgos a los que deberá enfrentarse en el negocio. De acuerdo al riesgo estimado, se debe establecer una rentabilidad mínima esperada que compense tales riesgos asumidos. Y en cuestión de riesgos, es importante aplicar otro principio de Finanzas que básicamente dice que: no debemos poner todos los huevos en la misma canasta. Y no debemos poner todas las canastas en la misma mesa. Y no debemos poner todas las mesas en la misma casa. Por eso los inversores profesionales no solo invierten en una sola empresa, de una sola industria y de un solo país. Los inversores diversifican su inversión buscando varias empresas de varios sectores y/o de varios países para así administrar sus riesgos, disminuyendo su riesgo total lo máximo posible. De ahí el planteamiento de mi primer escenario.
No obstante lo anterior, el riesgo se puede reducir, mas no eliminar del todo. En toda inversión existen dos tipos de riesgos: aquel que se puede eliminar diversificando las inversiones, y aquel que no se puede eliminar haciendo esto. El inversor de nuestro escenario en análisis ha invertido apropiadamente en varias empresas de varios sectores o industrias, pero únicamente en Ecuador (varios huevos, varias canastas, misma mesa). Así que su riesgo total se reduce hasta un punto en el cual el riesgo es igual para todas las empresas de todos los sectores, como por ejemplo los riesgos provenientes de los cambios en política económica o tributaria del gobierno central.
Aquel riesgo que se puede eliminar por la diversificación de inversiones, se llama riesgo diversificable, mientras que aquel riesgo que es igual para todas las inversiones se llama riesgo sistemático. El riesgo que realmente importa al momento de definir la rentabilidad de un negocio es el riesgo sistemático. Este riesgo es el que afecta a la economía de todo un país o región, el cual normalmente es medido por el índice EMBI (Emerging Market Bond Index) o índice de Riesgo País. Sin embargo, todo inversionista afecto al riesgo sistemático, no se lleva la totalidad de este riesgo.

Siguiendo con el escenario propuesto, supongamos que el Ecuador tiene 8 sectores económicos claramente identificados, y que la aportación de cada sector al PIB es exactamente la misma.
Entonces el riesgo sistemático correspondiente a cada sector será de 1/8 del Riesgo País, o expresado como índice, el 0,125 del EMBI. Ese índice es lo que se conoce como coeficiente beta e indica la proporción de riesgo sistemático que se lleva cada inversión por pertenecer a un sector o industria específico.
Conociendo esto entonces, ¿cuál debería ser la rentabilidad mínima a esperar de una inversión en función de los riesgos asumidos, bajo el primer escenario propuesto? Para calcular esto se debe poner primero un punto de partida, el cual debería ser la rentabilidad de una inversión la cual no tenga (en teoría) ningún tipo de riesgo. A esta rentabilidad ‘libre de riesgo’ se le debería sumar una prima porcentual por el riesgo asumido. Esa prima sería igual al riesgo sistemático de un sector económico en particular, es decir el Riesgo País multiplicado por el coeficiente beta perteneciente a este sector o industria.
Este cálculo de la rentabilidad mínima a exigir por un inversor profesional, se conoce como Modelo de Fijación de Precios de Activos de Capital o CAPM (Capital Assets Pricing Model). El modelo CAPM permite calcular cuánto es la rentabilidad mínima que debería ganar y exigir un inversor en función de los riesgos asumidos en un negocio en particular, pero siempre y cuando este inversor maneje apropiadamente su diversificación de inversiones.
Conocer esta rentabilidad mínima a exigirse es muy importante por cuanto la función financiera tiene como principal objetivo la maximización del valor de la empresa. Esto no ocurre cuando los ingresos son mayores a los gastos o las ganancias a las pérdidas, sino cuando la rentabilidad del negocio recupera la inversión y supera el riesgo asumido, o que es lo mismo, supera la rentabilidad mínima exigida calculada por el CAPM, lo cual tanto en Evaluación de Proyectos como en Valoración de Empresas, ocurre cuando el VAN es mayor a cero, puesto que esto indica que el inversor recupera su inversión, gana lo mínimo que debía ganar y aparte de eso gana un adicional el cual al día de hoy es el valor del VAN.
El otro escenario en análisis es el siguiente: el inversor es propietario de una única empresa, como sucede en el caso de muchas empresas familiares. En un siguiente artículo analizaré este escenario.