Si bien es cierto que el proceso de Globalización ha traído ciertos ‘pros’ a las economías de los países -en particular a las grandes potencias- es también cierto que ha habido varios ‘contras’ en este proceso, como son los abusos financieros de algunas multinacionales. Pensemos un momento en un escándalo financiero ocurrido a mediados de noviembre de 2001: El caso Enron Inc.
Enron se constituyó en 1985 gracias a la fusión de dos empresas: Houston Natural Gas e InterNorth. En el transcurso de 15 años, la empresa llegó a ser una de las empresas más grandes de los EEUU, llegando en agosto de 2000 a cotizar en bolsa un precio de acción de USD 90.00. No obstante, tal crecimiento financiero era falso, pues Enron había desarrollado una serie de prácticas contables fraudulentas.
Por ejemplo, una de tales prácticas de Enron fue el contabilizar ingresos futuros que aún no se habían realizado, bajo el supuesto de que tales ingresos podían ser medidos con fiabilidad y que además existía una alta probabilidad de que los beneficios económicos futuros ingresaran a la empresa. Ante esta práctica, los auditores externos, la firma de auditoría Arthur Andersen, evaluó tales supuestos como ‘razonables’. Esta práctica fraudulenta llegó a conocerse después bajo el nombre de ‘contabilidad creativa’.
Supongamos por un momento que Enron hubiese sido una empresa en un mercado emergente y que no hubiese cotizado en Bolsa. ¿Sería factible pensar que una valoración de la empresa daría como resultado valores razonables, cuando su contabilidad contiene prácticas fraudulentas? Definitivamente que no.
Ante esta gran problemática, el IASB (International Accounting Standards Board, con sede en Londres) en el año 2001, decidió adoptar todas las Normas Internacionales de Contabilidad (NIC’s) y continuar su desarrollo, denominando a los nuevos estándares “Normas Internacionales de Información Financiera” (NIIF’s). Estas nuevas normas, compuestas en la actualidad de 15 NIIF’s, 29 NIC’s y casi 30 interpretaciones adicionales (en total más de 3,000 páginas), tienen como objetivo principal el regular la presentación de la información contable financiera de las empresas de forma que tal información sea de alta calidad, comprensible, comparable, transparente y de alto cumplimiento.
Para que este objetivo principal se cumpla, la información presentada en los Estados Financieros debe tener una característica esencial: debe ser información razonable, que exprese la situación financiera de la empresa de forma razonable.
Y esta es también la principal exigencia de las NIIF’s: que los valores que se presenten en las diversas cuentas contables que conforman los Estados Financieros de las empresas, estén expresados de forma razonable. Por ende, cabe definir en términos de las actuales normas, qué es un valor razonable. Pongamos un ejemplo: supongamos inicialmente un computador portátil para uso de un consultor independiente. Este consultor adquirió su computador hace 18 meses y desea saber qué valor debe reconocer en su contabilidad para identificar tal activo. Pues bien, el consultor tendría 4 opciones:
- El costo de adquisición original de tal activo (en este caso de USD 1,500) menos su depreciación acumulada (que es de USD 500);
- El costo de adquirir en los actuales momentos un computador nuevo con similares características que el computador actual (comprar uno nuevo le costaría USD 1,200);
- El valor que le darían en el mercado por vender su computador (en este caso, no obtendría más de USD 800);
- De acuerdo a una proyección de ingresos y egresos, el consultor determina una serie de beneficios económicos futuros gracias a la inversión realizada en la adquisición del computador (tales flujos futuros, el día de hoy suponen un valor presente de USD 2,000).
Este pequeño ejemplo nos muestra que, bajo las NIIF’s, existe el dilema de cuál de estos cuatro criterios (Fig. 1.1) sería el más adecuado para determinar el valor más razonable de una partida de activos, pasivos o patrimonio en particular. De acuerdo al párrafo 100 del Marco Conceptual de las NIIF, estos criterios son:
- Costo histórico. Los activos se registran por el importe de efectivo y otras partidas pagadas, o por el valor razonable de la contrapartida entregada a cambio en el momento de la adquisición. Los pasivos se registran al importe de los productos recibidos a cambio de incurrir en la deuda o, por las cantidades de efectivo y equivalentes al efectivo que se espera pagar para satisfacer la correspondiente deuda, en el curso normal de la operación.
- Costo corriente. Los activos se llevan contablemente por el importe de efectivo y otras partidas equivalentes al efectivo, que debería pagarse si se adquiriese en la actualidad el mismo activo u otro equivalente. Los pasivos se llevan contablemente por el importe sin descontar de efectivo u otras partidas equivalentes al efectivo que se precisaría para liquidar el pasivo en el momento presente.
- Valor realizable (o de liquidación). Los activos se llevan contablemente por el importe de efectivo y otras partidas equivalentes al efectivo que podrían ser obtenidos, en el momento presente, por la venta no forzada de los mismos. Los pasivos se llevan por sus valores de liquidación, esto es, los importes sin descontar de efectivo u otros equivalentes al efectivo, que se espera puedan cancelar las deudas, en el curso normal de la operación.
- Valor presente. Los activos se llevan contablemente al valor presente, descontando las entradas netas de efectivo que se espera genere la partida en el curso normal de la operación. Los pasivos se llevan por el valor presente, descontando las salidas netas de efectivo que se espera necesitar para pagar las deudas, en el curso normal de la operación.
Algunas NIC’s, tales como la NIC 16 (Activos Fijos), NIC 36 (Deterioro del Valor) y NIC 38 (Activos Intangibles) requiere que el valor razonable sea calculado mediante el último de los cuatro criterios. Tal criterio está íntimamente relacionado con la Valoración de Empresas, por cuanto la estimación de flujos futuros dependerá en gran medida de la capacidad de toda la empresa para generarlos, y no solamente dependerá de una clase de activo en particular. Por ende, bajo las NIIF’s, la Valoración de Empresas toma más importancia dado que se convierte en uno de los pilares de la razonabilidad de los Estados Financieros.