En el posteo anterior, analicé la temática de los errores globales y la forma como éstos, por muy pequeños que pudieran ser -en términos relativos- pueden significar ajustes de miles de millones de dólares (o euros) e incluso pueden modificar estadísticas macroeconómicas internacionales. Se analizó el caso de un banco alemán que cometió un ‘pequeño’ error contable que significaba apenas el 2.6% del PIB alemán, y no obstante en términos monetarios, tal error era casi el doble de todo el PIB ecuatoriano producido en el año 2010.
Pues bien, en esta segunda parte seguimos con los casos de errores. Apenas días después de ser anunciado el mencionado error por parte del gobierno alemán, en Irlanda también se dio a conocer un error contable, igual de ‘pequeño’ que el error alemán, hablando en términos relativos, por cuanto el error era apenas del 2.3% del PIB irlandés. ¿La cifra del error? 3,600 millones de euros. Pero esta vez, el error se dio por la contabilización de una transacción entre dos agencias estatales.
El problema tuvo lugar en 2010, cuando una transacción entre la Agencia Nacional de Gestión del Tesoro y la Agencia de Financiación de la Vivienda se contabilizó doblemente. “Eliminar el impacto de esta doble contabilidad reduce la estimación de la deuda general del Gobierno en torno a 3.600 millones de euros o en un 2,3% del PIB”, dijo el Ministerio de Finanzas en un comunicado. El pasado abril, el Ejecutivo informó de que la deuda pública bruta era del 96% del PIB y estimó que crecería hasta el 111% a finales de este año. Este descubrimiento debería suavizar las medidas de recorte previstas en el rescate financiero que le prestarán la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional a Irlanda, el mismo que está valorado en unos 85.000 millones de euros.
Si bien es cierto que estos ‘pequeños’ errores impresionan, tanto por su cuantía como también por el hecho de las fallas que tales errores revelan en los aspectos de control interno, también es cierto que en Ecuador, ninguna empresa local está expuesta a errores de cientos de miles de millones (o incluso billones) de dólares. No obstante, podríamos estar cometiendo los mismos errores de estos bancos europeos, los cuales nos podrían impactar significativamente en nuestras utilidades.
En mi experiencia, he visto que los errores contables más comunes (los cuales se descubren principalmente al momento de la transición a NIIF) ocurren por errores de aplicación de políticas contables, al adoptar criterios tributarios por encima de los lineamientos financieros. Ejemplos de tales errores son diversos: crear provisiones de cartera incobrable del 1%, realizar depreciaciones de línea recta con porcentajes fijos y sin calcular valores residuales, crear provisiones de jubilación patronal solo para aquellos empleados que tengan más de 10 años en la empresa, son solo algunos ejemplos de los errores contables que se pueden generar al incluir en la contabilidad un criterio meramente tributario. Tengamos presente que, para cumplir con las NIIF y cumplir también con la autoridad fiscal, se ha creado una metodología de cálculo de base imponible llamada “Conciliación Tributaria”.
Las NIIF persiguen un propósito fundamental, el cual es presentar razonablemente la situación financiera de una entidad, mientras que la autoridad tributaria sigue un propósito totalmente distinto, el cual es la maximización de la recaudación fiscal para el financiamiento de las actividades del estado. Por tanto, no se puede usar el criterio fiscal para registrar contablemente partidas financieras, de lo contrario estaríamos cometiendo un error contable y tendríamos que corregir todo hacia atrás (diferente a cuando se cambia una estimación, cuyo efecto es hacia delante, es decir del presente al futuro y no afecta al pasado).
Tener en cuenta estas indicaciones, hará que tengamos estados financieros razonables, opiniones limpias sin salvedades, y nos librará de los errores contables y sobre todo de los desastres globales.