Uno de los más representativos proyectos de inversión en el país es sin duda el proyecto Coca-Codo-Sinclair, el cual refiere a la creación de una central hidroeléctrica con capacidad para generar 1500 megavatios, la cual hará posible que la generación hidroeléctrica pase del 63% en 2007 al 98% en 2014, y que la interconexión con otros países como Colombia (actual suministradora) y el Perú (en negociación) sea del 0%. El costo de esta importante obra es de US$ 2.600 millones y está financiado en parte por capital ecuatoriano y en parte por capitales extranjeros, siendo inicialmente capitales argentinos pero siendo actualmente capitales chinos.
Pero, ¿cómo decidieron estos inversionistas extranjeros embarcarse en este importante proyecto? Todos sabemos que no lo hacen de forma gratuita, sino de forma onerosa, y no hay nada de malo en eso por cuanto ellos están invirtiendo sus fondos en este proyecto para alcanzar una rentabilidad. Pero, ¿cómo determinan cuánto debería ser esta rentabilidad? Aquí el supuesto más importante es que la rentabilidad esperada debe compensar los riesgos adquiridos. ¿Y cuáles serían tales riesgos? Una buena forma de identificar tales riesgos sería utilizando los criterios cualitativos para la determinación del índice EMBI o Riesgo País.
De acuerdo a Jeff Madura en su libro “Administración Financiera Internacional”, se identifican dos grandes grupos de factores que afectan al riesgo país. En primer lugar, tenemos los factores políticos-sociales, de los cuales Madura identifica siete: 1) la debilidad institucional, es decir la terminación anticipada del mandato de un gobernante por el descontento popular; 2) la burocracia, relacionado al tamaño del Estado; 3) la corrupción, que añade costos imprevistos a los buenos proyectos; 4) el marco regulatorio, cuando se es demasiado complejo y/o deja puertas abiertas y vacíos legales; 5) el ambiente cultural, es decir la actitud de la población que puede aprobar o rechazar un buen proyecto; 6) restricciones a la movilidad de los fondos, poniendo restricciones a la salida de divisas; y 7) restricciones a la convertibilidad de la moneda, algo que ya no se ve en nuestro país.
En el segundo grupo, tenemos los factores económicos, en los cuales Madura identifica cinco factores primordiales: 1) volatilidad de la economía, medida como la variación del Producto Interno Bruto (PIB) la cual puede ser positiva o negativa; 2) la inflación, si ésta está descontrolada y más aún si la moneda es débil; 3) el tipo de cambio, el cual va de la mano con el marco regulatorio, al ser fijado por el Estado de forma fija o flotante, sobre todo cuando se trata de una flotación sucia; 4) las tasas de interés, las cuales también van de la mano con el marco regulatorio si se establecen a través de un banco central, y tienen mucha influencia sobre el factor inflación; y 5) la contaminación regional, es decir la capacidad que tiene una buena economía en contagiarse o contaminarse con una crisis económica regional, haciendo que el riesgo país se dispare en una buena economía solo por estar en una mala región.
El índice de riesgo país es en realidad un índice que es calculado por distintas entidades financieras, generalmente calificadoras internacionales de riesgo, tales como Moody’s, Standad & Poor’s, y J.P. Morgan. También existen empresas que calculan el riesgo país, como Euromoney o Institucional Investor. Cada una de ellas tiene su propio método, pero usualmente llegan a similares resultados, por cuanto se basan en factores muy similares a los expuestos anteriormente. Pero evidentemente, la elección de las variables y la ponderación que se le dé a cada una dentro de la calificación total es una cuestión subjetiva e imperfecta a la vez.
A pesar de todas estas consideraciones, el riesgo país por sí sólo no es capaz de describir la dirección del ciclo económico. La utilización del riesgo país como indicador de la evolución de una economía se basa paradójicamente en los supuestos neoclásicos de información perfecta y perfecta movilidad de capitales. Digo paradójicamente, porque el sólo hecho de la existencia de un indicador de riesgo país es la demostración de que estos supuestos no se verifican en la realidad. Aun así, siempre es importante contar con información apropiada por cuanto, aunque no nos prediga el futuro con exactitud, nos sirve como una herramienta adicional para la acertada toma de decisiones.