De todas las versiones de Batman que se han hecho en el cine, creo yo que la trilogía creada por Christopher Nolan es de seguro la más realista de todas. Tan apegada a la realidad es esta trilogía que, en la última entrega de Nolan, “The Dark Night Rises” Bruce Wayne llega a perder su fortuna. De acuerdo a la trama, Selina Kyle roba las huellas digitales de Bruce Wayne y se las entrega a Bane, quien realiza un ataque terrorista a la Bolsa de Valores de Gotham City y, utilizando las huellas digitales de Wayne, compra un gran número de opciones de acciones a largo plazo, cuya oferta expiraba a la media noche del mismo día de la adquisición. Al adquirir tantas Opciones y no ser ejecutadas, las pérdidas fueron tan grandes que Bruce Wayne quedó completamente en la quiebra.

Las opciones que compró Bane son parte de una gran familia de alternativas no tradicionales de inversión utilizados en los principales mercados de valores de alcance mundial, llamados Instrumentos Financieros Derivados (IFD). Tales instrumentos toman su nombre por cuanto su valor depende o deriva del valor que tenga el activo sobre el cual se busca comercializar, asegurar o especular, llamado Activo Subyacente. Existen básicamente tres tipos de IFD: Los Futuros y los Forwards, las Opciones y los Warrants y las Permutas Financieras o Swaps. Los primeros permiten fijar por adelantado el precio a futuro del activo subyacente el día de hoy; los segundos dan al comprador el derecho de comprar o vender el subyacente y, al ejercer su derecho, la contraparte tiene la obligación de vender o comprar el subyacente; y los terceros permiten intercambiar los subyacentes de tal forma que ambas partes obtienen un subyacente que les beneficia más que el que tenían anteriormente.

Los IFD sirven para comercializar, asegurar o especular sobre el activo subyacente, que puede ser tanto materias primas (commodities) como otros instrumentos financieros, tales como acciones, bonos, índices accionarios, tipos de cambio de divisas o tasas de interés. En este sentido, si bien los IFD se han hecho para generar ganancias y reducir pérdidas, la especulación permite tener altísimas ganancias, con la problemática de que así mismo, se pueden obtener altísimas pérdidas. Así que el panorama que pinta Nolan sobre la quiebra de Bruce Wayne no es exageración, es algo que sí es posible y que ya ha sucedido. Tanto personas naturales como jurídicas pueden quedar en la quiebra gracias a la especulación en los IFD.

Mi buen amigo Mario Hansen-Holm me explicaba hace buen tiempo atrás, cuando surgió el boom de las NIIF en Ecuador, que justamente el propósito del IASB al emitir las NIIF o IFRS era, entre otros factores importantes, el de evitar fraudes que lleven a la quiebra de las empresas. Y si bien salía a relucir escándalos famosos como los de Enron, ha habido otros casos de fraudes en el mundo, y uno de ellos se debe a los IFD. Este fraude llevó a la quiebra a un banco inglés de mucha tradición como lo fue el Barings. Este banco estaba pasando por un mal momento. Durante 1992 y 1993, más del 60% de las utilidades totales de Barings eran generadas por una sola persona: Nicholas Leesson, quien en esa época tenía 29 años.

Esta circunstancia llamó la atención de los directivos, quienes felicitaron al talentoso empleado y le propusieron que continuara con sus exitosas negociaciones. Leesson aceptó, pero con una condición: que se le extendieran las líneas, es decir que se le permitiera negociar con otros papeles y en otros mercados, a lo cual la directiva del banco aceptó feliz y Leesson pudo negociar en el mercado de futuros todo lo que quisiera. Leesson invirtió en futuros del Nikkei 225, el índice bursátil más utilizado del mercado japonés. Luego de la inversión, el precio estos papeles comenzó a caer, razón por la cual Leesson, a medida que iba perdiendo, doblaba la posición cada vez más abajo para ir haciendo promedio, lo que se convirtió en una bola de nieve, pues mientras los primeros contratos comenzaban a vencerse, el esquema requería que se colocaran fondos frescos para cubrir las pérdidas. Pero, en vez de eso, Leesson, aprovechando las líneas del Barings, abrió cuentas por pagar, a las cuales cargaba las pérdidas, con la esperanza de poder cubrirlas apenas empezase a recuperarse los futuros en el mercado, algo que nunca sucedió. La bola de nieve creció tanto que las pérdidas excedieron el patrimonio del banco. Fue entonces que hubo que declararlo en quiebra.

Los financieros de carrera anhelamos con ver el día en que el mercado de valores ecuatoriano se desarrolle de tal forma que se negocien más (y más activamente) instrumentos de renta variable (acciones) que instrumentos de renta fija (bonos, obligaciones, etc.). Mientras eso no ocurra, no podemos hablar de que en nuestro país se negocien IFD, sea de forma bursátil o extrabursátil. Sin embargo, los administradores y financieros de las empresas podrían invertir algo de tiempo en estudiar el funcionamiento de los IFD para implementar mecanismos de comercialización con adecuadas coberturas de riesgos, sobre todo en el precio de las materias primas importadas, que son un pilar fundamental de la producción en Ecuador.

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